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Historias de un año loco

contadas por personas normales

Después de un año tan descomunal, el cual trajo consigo muchos retos y dificultades en las cuestiones académica, social, personal, tecnológica y de salubridad; al igual que aprendizajes y enseñanzas para nuestras vidas, quisimos saber cómo se sintieron las personas en este cierre del año escolar. Como no fue posible encuestar a todos los estudiantes, docentes, directivos y personal acerca del tema, le preguntamos a algunos de ellos lo siguiente:

Primero les preguntamos cómo se habían ajustado a la nueva modalidad de trabajo; lo que nos respondió la directora de escuela superior, Lía Agudelo fue que era una modalidad muy compleja, la cual tenía ventajas y oportunidades de mejora. En cuanto a las ventajas, ella aclaró que había tiempo para combinar con la familia y trabajo, ya no había tiempo de desplazamiento, por lo consiguiente, había un contacto inmediato con las personas, mientras que en la presencialidad era necesario buscar a las personas para poder comunicarse con ellas, en la virtualidad, solamente era necesario realizar una llamada para contactar a alguien.

Respecto a las oportunidades de mejora, la directora de escuela superior aseguró que hace falta el contacto y que en esta modalidad éste se vuelve muy automático; además, se duplica el trabajo, pues como no hay un horario establecido las jornadas se alargan, lo que puede causar estrés.

Además de Lía, también nos respondió el docente y jefe del área de matemáticas Sebastián Valencia diciendo que tuvo que entender que los recursos eran distintos y proceder a reconocerlos y entenderlos; además de visualizar qué herramientas había disponibles en este medio, cómo adecuarse a lo que han enseñado otras personas. Asimismo, debía tener claros los planes de estudio que planteaba el colegio y utilizar lo que sabía para ayudar a los estudiantes.

Luego, preguntamos si las personas sentían que todo había sido muy complicado y abrumador, o por el contrario se sentían tranquilos. A esta pregunta nos respondió el estudiante Tomás Cardona del grado sexto, quién se sentía tranquilo porque le gustaba estar en la casa con su familia y se sentía más unido a su papá pues casi nunca lo veía. También respondió que uno de los retos que tuvo que afrontar al estudiar de manera virtual fue el mal internet, porque en algunas ocasiones se caía y él no podía entender bien la clase o el tema, y que esto a veces le causaba estrés, una sensación que lo acompañó a lo largo del año. Luego compensada por la felicidad que también estuvo presente, pues Tomás sintió que fue un año divertido y por ende, feliz.

Ya habiéndose acabado el año preguntamos a los docentes, en su semana final, lo siguiente: “Al ver que se aproxima la fecha en la que saldremos a vacaciones ¿qué sensación te produce? Ver que parece que sí lo lograste, que pudiste llegar hasta acá, después de todo lo que hemos pasado, de la cuarentena, la virtualidad, de no poder estar con todas las personas que queremos cuando queremos y todos los retos que tuvimos que afrontar”. El profesor Sebastián nos contó que eran dos sensaciones principales: “La primera, de felicidad, porque el año va a acabar. La segunda, de tristeza, porque, aunque hayamos logrado las expectativas del colegio, nos sentimos tristes una buena parte del año, por no poder encontrarnos como queríamos”. En general, Sebastián, siente gratitud, porque terminamos juntos el año escolar, y el colegio supo sobrevivir a las dificultades y salir adelante.

Y, el profesor Mauricio Correa respondió: “Me siento muy feliz porque logramos sortear una dificultad y reto como humanidad, colegio y docentes. Los retos eran muy grandes e involucraban a todos, así que al cerrar el ciclo escolar tenemos la satisfacción de que las cosas se pueden lograr, que podemos tener la capacidad de abrirnos a la tecnología con la que podremos lograr grandes cosas”, concluyendo que Mauricio sintió alegría y vivió un proceso de aprendizaje.

También le pedimos a Lía que se visualizara a sí misma en enero del presente año, cuando aún no teníamos certeza del virus y casi ni sospechábamos que tendríamos que estar en confinamiento y, que se cuestionara si era la misma persona, si había cambiado y de qué manera, a lo que respondió que había varios cambios: un valor y una sensibilidad más alta por el ambiente, por la vida y por la familia y que estos eran tres amores que habían surgido en la vida a partir del temor a perder a los seres queridos; además de que había aumentado su creatividad, ya que la situación le exigió buscar nuevas herramientas para poder seguir adelante, y la optimización del trabajo, puesto que las jornadas se alargaron y cambiaron factores como el sueño, así que aprendió a optimizar más el tiempo.

Este es el primer año en Horizontes de la directora de escuela superior Lía Agudelo, por lo que quisimos saber que era lo que más le había gustado y atraído del colegio, y nos dijo que el mayor distintivo de la institución era el disfrute del aprendizaje, que nosotros como estudiantes íbamos al colegio con la meta de ser felices y lo conseguíamos; pero ser nueva ha traído un reto doble para Lía, y ella lo ha enfrentado consiguiendo grandes resultados, como ella misma lo afirma, tuvo que trabajar en un contexto de poca personalización que le exigió retos sociales interesantes, y nos cuenta que sus características se potenciaron debido a los retos que tuvo, retos que no la preocupan, sino que la ocupan. En cuanto a lo personal, ella dijo que la familia era la prioridad y que era lo que movilizaba su vida, que se había interesado más por el autocuidado, por que este era un momento importante para reflexionar y pensar en la salud, que cuando la tenemos no la vemos, pero cuando la perdemos daríamos lo que fuera por tenerla, y que, aunque suene como una frase “cajón” es tan real y certera.

Por último, hicimos reflexionar a dos docentes de la escuela superior con lo siguiente: "si piensas en la persona que eras en marzo, cuando comenzó la cuarentena ¿qué diferencias encuentras en ti mismo? ¿qué pensamientos o creencias perduran? y ¿Cuáles ya no? ¿sientes que has cambiado?"

Los dos docentes fueron Sebastián Valencia, y Mauricio Correa. La respuesta que brindó el primero tuvo que ver con las cosas pequeñas y sencillas de la vida; el profesor retrata cuando este se sentaba junto a otros compañeros en el corredor, afuera de las aulas de clase en el bloque de escuela superior, donde se tomaba un tinto y se reía con los profes y estudiantes que por ahí pasaban. Él expresa que son esas pequeñas cosas las que nos hacen felices, y puede que no las valoremos como son, que las consideremos como algo normal y cotidiano, no creíamos que podíamos perderlas. Lo que lleva a una valoración de las personas que quiere y los momentos que comparte con ellas.

El profesor Mauricio habla también de la valoración acerca de la familia y el tiempo con ésta, pues el expresa que a veces creemos que tenemos todo el tiempo del mundo para estar con la familia; sin embargo, no es así. Menciona que anteriormente dábamos una gran prioridad a otras cosas como el trabajo, creyendo que este iba a tener beneficios en la familia, pero el tiempo con la familia es irrecuperable. Lo que termina en una valoración mayor del profesor por lo personal y familiar. Añade que en esta virtualidad los maestros debieron salir de una zona de confort, en la que a menudo los humanos caemos, para buscar nuevas tecnologías y técnicas para la enseñanza. En cuanto a sus creencias, el profesor expresa que sigue reafirmando su fe: la de que estos tiempos van a culminar y vamos a ser mejores personas.

Los docentes y directivos concuerdan con que este año ha sido uno fuera de lo común, en el cual hemos tenido que mejorar y buscar herramientas para poder salir adelante y prevalecer, además, nos ha enseñado muchas cosas como a apreciar el tiempo, la familia y las pequeñas cosas de la vida que nos hacen realmente felices. Damos fé de que la mayoría de las personas que hacen parte del colegio, se sienten identificados con estos testimonios, puesto que tuvimos sensaciones, vivencias y sentimientos iguales o al menos similares y saber que otros vivieron experiencias parecidas puede hacernos sentir mejor y más tranquilos.

Federico Echeverri y Susana Gómez

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